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Raymond Franz (Parte III)
Escribí mi renuncia tal como sigue:
28 de mayo de 1980
Cuerpo Gobernante
Queridos hermanos:
Por medio de esta carta presento mi renuncia como miembro del Cuerpo Gobernante. También estaré concluyendo mi servicio en Betel.
Mis oraciones continuarán ofreciéndose por ustedes así como también por todos los siervos de Jehová a través de la Tierra.
Su hermano, R.V. Franz (firmado)
 
No he fallado hasta este momento en hacer lo que dije allí que haría.
Raymond Franz (Parte III)
 
La edición de agosto de 1980, del boletín llamado Nuestro Ministerio del Reino enviado a todas las congregaciones, llevaba en la primera plana la declaración de que un número de personas de la familia Betel habían sido expulsadas y luego habló de "apostasía contra la organización". Pero en realidad, no hubo ninguna apostasía, ni siquiera contra la organización. El 28 de mayo de 1980, se leyó mi carta de renuncia a la familia.
...Quizá nada ilustra tan claramente las demandas que ahora se hacían para conformidad total, como lo hace esta carta que sigue, enviada a todos los representantes viajeros, superintendentes de circuito y distrito, por el Departamento de Servicio de las oficinas internacionales, con fecha 1 de septiembre de 1980, y luego traducida a otros idiomas. La copia que se presenta aquí procede de la oficina sucursal de la Watch Tower en España y lleva la fecha del 20 de diciembre de 1980.
La carta presenta la norma oficial. Esta dice en realidad que el que una persona crea -no que promueva, sino que simplemente crea algo que difiera de las enseñanzas de la organización da razón suficiente para tomar acción judicial contra tal persona como ¡un "apóstata"!
Esta carta no presenta expresiones modificantes que limiten tales diferencias en creencia a las enseñanzas fundamentales de la Palabra de Dios, como la venida del hijo del hombre, el rescate, fe en la sangre derramada de Cristo como la base para salvación, la resurrección o doctrinas básicas similares. Ni siquiera dice que la persona necesariamente esté en desacuerdo con la Biblia, la Palabra de Dios. Más bien, es que se esté en desacuerdo con "las enseñanzas de Jehová, como las presenta el esclavo fiel y discreto." Lo que es algo así como decir que un hombre acepte y obedezca el mensaje escrito del rey no es garantía de su lealtad. ¡Es el aceptar y obedecer lo que un esclavo mensajero alega que el rey quiso decir, lo que decide esto!
...Como los hechos muestran, muchas personas fueron de hecho expulsadas y se les sigue expulsando bajo la sola base de esta norma de control de pensamiento declarada en la carta. La etiqueta denigrante de "apóstata" les es añadida a sus nombres por el solo hecho de que, en sus corazones, no pueden aceptar todas las interpretaciones de la Sociedad Watch Tower.
Es posible esta norma haya surgido como resultado de, o se haya inspirado en, algo que se desarrolló en una de las congregaciones de Nueva York. Jon Mitchell, quien... había trabajado temporalmente en la oficina del Departamento de Servicio, relata:
Alrededor de ese tiempo (refiriéndose al comienzo del verano de 1980) llegó un memorándum de Fred Franz, aparentemente en respuesta a una pregunta que había sido enviada por Harold Jackson (miembro del personal del Departamento de Servicio).
Parece que había una precursora (predicadora de tiempo completo) en una de las congregaciones de habla hispana que sentía que ella no podía enseñar a conciencia que los 144.000 de Revelación 7 y 14 era un número literal. Ella dijo que no iba a hacer proselitismo o tratar de publicar un punto de vista opuesto, pero que no quería enseñar a aquellos con los quienes ella estudiaba la Biblia que los 144.000 eran un número literal.
La pregunta del hermano Jackson era respecto de si tal persona podía, o no, considerarse un 'apóstata.' El memorándum confirmó que tal persona sí podía ser clasificada como apóstata y debería ser expulsada si ella no concordaba en enseñar lo que la Sociedad le daba instrucciones de enseñar. Recuerdo a alguien en el Departamento de Servicio comentar sobre el desenlace final de este caso y decir que la hermana había hecho una "retractación de sus ideas." (En inglés la palabra empleada era recantation, término empleado comunmente en los juicios de la Inquisición.) me asombré de que se hiciera uso de tal terminología sin el menor indicio de verguenza.
...Creo que cuando piensan y se refieren a la "organización," los hombres del Cuerpo Gobernante, del mismo modo, están pensando en el concepto más bién que en la realidad. Visualizan "la organización" como algo mucho mayor y más grandioso que ellos mismos, pensando de ella en términos de su aspecto numérico, en la amplia esfera de su control, como cosa internacional, mundial...Cuando, sin embargo ellos apremian "lealtad a la organización" tienen que saber, seguramente deben saber que no se están refiriendo a una lealtad a tal dominio o campo de acción -las miles de congregaciones y sus miembros, que la organización dirige. Están hablando de lealtad a la fuente de esa dirección o guía, a la fuente de esas enseñanzas, a la fuente de la autoridad. Reconózcanlo o no los miembros del Cuerpo Gobernante, es un hecho que en estos aspectos cruciales ellos y solo ellos, son la "organización."
...Como mencioné, dudo que la mayoría de estos hombres piensen sobre estas realidades. De manera que para ellos "las organización" permanece como algo indefinido, abstracto, un concepto más bién que una entidad concreta. Quizás, debido a este punto de vista tan ilusorio de la "organización," un hombre puede ser miembro de tal Cuerpo poseedor de poder y autoridad virtualmente ilimitados y, no obstante, no sentir un agudo sentido de responsabilidad personal por lo que el Cuerpo haga, por cualquier dolor o información que desoriente y el resultante proceder equivocado que ésta genere. Fue la organización quien lo hizo, no nosotros," parece ser la forma de pensar. Y creyendo que "la organización" es el instrumento escogido de Dios, se pasa la responsabilidad a Dios. Era la voluntad de Él -aun si más tarde tal decisión particular o enseñanza autoritaria particular resulta ser errónea y se cambia. Gente puede haber sido expulsada, o en otros aspectos, lastimada por decisiones erróneas. Pero el miembro individual del Cuerpo Gobernante se siente absuelto de responsabilidad personal. Si se produce algún problema, ya se encargará Dios de limpiar "la organización".
Expreso estos puntos, no como medio de expresar condenación, sino como medio para suministrar una explicación, un intento de entender por qué ciertos hombres que considero ser honestos, básicamente personas bondadosas, pueden ser partícipes de lo que creo que ellos -en sus propios corazones- normalmente rechazarían. Creo que el concepto anteriormente descrito es trágicamente erróneo, tan pernicioso como trágico. Es mi creencia que las acciones drásticas que se tomaron contra esas personas acusadas de "apostasía" eran, en casi todos los casos, no solamente injustificadas, sino también repugnantes, indignas no solo del cristianismo, sino también de cualquier sociedad de hombres libres. No obstante, el esfuerzo por tratar de comprender me permite estar libre de cavilaciones melancólicas o de guardar amargura hacia las personas envueltas, ya sea individual o colectivamente. La amargura es tanto contraproducente como destructora. No sé de ninguna persona entre esos hombres a quien me negaría a recibir hospitalariamente en mi hogar, si cuestionar nada, sin necesidad de disculpas. Ni yo ni ninguno de mis amigos íntimos habíamos considerado cortar la asociación con ellos, o con ninguna otra persona, por causa de una diferencia de entendimiento. Ese no fue ni nuestro pensamiento ni nuestra acción.
Algunas semanas después de mi regreso a Alabama, la Sociedad me había enviado un giro bancario por $10,000, como obsequio `para ayudar a restablecerme en el sur.' Yo no había hecho ninguna solicitud de dinero y la acción tomada fue tanto inesperada como apreciada. Un préstamo de otros $5,000 me permitió obtener una casa móvil y Peter Gregerson me permitió establecer ésta en su propiedad. Me sentía agradecido de poder (al mismo tiempo que económicamente obligado) hacer trabajo físico extremo para Peter en el mantenimiento de sus terrenos. Cada día lo emple cortando el césped, desarraigando la maleza, podando los setos, siendo picado por avispas de varias clases, picado por hormigas, sudando durante un período de treinta días consecutivos cuando, bajo el sol, la temperatura pasaba de 35 grados centígrados. No puedo recordar ningún otro período de mi vida cuando hubiera experimentado el dolor físico constante que experimenté durante esos meses. Sin embargo, estaba agradecido por esto pues me distraía del dolor emocional que sentía.
La más grande ayuda para mi esposa y para mí, sin embargo, fue nuestra lectura diaria de las Escrituras. Cada mañana leíamos cuatro de los Salmos, haciendo esto consecutivamente hasta que los completamos. Aunque leídos muchas veces antes, ahora nos parecían casi nuevos. Podíamos relacionarlos a nuestra vida mejor. Pues si alguna parte de la Biblia hace claro la relación bien personal que puede y que debe existir entre los siervos de Dios y Él mismo, parecen selo los Salmos, de manera sobresaliente.
Mi determinación de al dejar las oficinas internacionales había tenido la mira de no precipitar problemas. Yo no iba en busca de dificultades. Las dificultades me buscaron a mí.
 
EL CRIMEN Y LA SENTENCIA
Una comida era toda la evidencia necesaria. Sucedió de esta manera...
Para 1974 el Cuerpo Gobernante me asignó escribir unas artículos sobre el trato de personas expulsadas. Estos artículos, apropiadamente aprobados por el Cuerpo, moderaban grandemente la actitud que prevalecía hasta este tiempo, animando a los Testigos a manifestar una actitud más misericordiosa en muchos aspectos de su contacto con personas expulsadas, reduciendo la rigidez de la norma que gobernaba el trato con un miembro de familia expulsado.
La Atalaya del 15 de noviembre de 1981, no solo revocó esto, sino que en algunos puntos llevó el asunto marcha atrás a una posición aún más rígida que la que había existido antes de 1974. (Un ejemplo de "zizagueo" hacia atrás, en este caso a un punto detrás de la línea de partida.)
Un cambio mayor tuvo que ver con aquellos que voluntariamente se desasociaban (como Peter Gregerson había hecho unos meses atrás). Por primera vez se publicó la postura oficial de que alguien que hiciera tal cosa sería tratado como si hubiese sido expulsado de la congregación.
Cuando leí el material y lo examiné con el transfondo de mi experiencia en el Cuerpo Gobernante en perspectiva (y particularmente a la luz de mis experiencias recientes con el Comité de la Presidencia) no tuve duda de hacia dónde iba a conducir todo esto. No me quedaba mucho tiempo de espera.
...Unos días después me visitó uno de los ancianos locales de la congregación Gadsden Este, Dan Gregerson, hermano menor de Peter. Él me pidió que si él y otros dos ancianos podían venir y hablar conmigo. Les dije que estaba bien. ¿De qué ibamos a hablar?...
Vinieron Dan y un anciano llamado Theotis french. La conversación empezó con Dan leyendo 2ª Corintios 13:7 al 9, y me informó que ellos estaban allí para "reajustar" mi pensar en conexión con la Atalaya del 15 de noviembre de 1981, particularmente en lo que tenía que ver con mi asociación con su hermano, Peter Gregerson, ahora desasociado. Dan había estado en un restaurante en agosto cuando Peter, nuestras esposas y yo comimos allí.
Les pregunté que si se daban cuenta que ellos estaban, allí mismo, dentro de la propiedad de Peter,que en ese sentido, él era el propietario de mi vivienda, que yo era también empleado de él. Ellos sabían esto.
Les expliqué que como en todos los asuntos, yo estaba gobernado por mi conciencia con relación a mis asociaciones, y pasé a considerar el consejo de Pablo sobre la importancia de la conciencia en Romanos capítulo catorce. Fuera lo que fuera lo que las Escrituras instruyeran, yo estaría muy contento en aplicarlo, pero yo no veía ninguna evidencia para sostener el punto de vista ahora adoptado con relación a las personas desasociadas. ¿Qué evidencia bíblica había?
La conversación ahora siguió un curso fácilmente predecible: Dan se refirió a Primera a los Corintios, capítulo cinco, para sostener su posición. Le señalé que el apóstol estaba hablando allí de no asociarse con aquellos llamados hermanos y que eran fornicadores, idólatras, injuriadores, borrachos, practicantes de extorsión. Yo no tenía ninguna persona de esa clase entre mis asociados y no los quisiera en mi casa. ¿Pero de seguro ellos no consideraban que Peter Gregerson estaba incluido en esa clase de personas? Ninguno de ellos respondió.
Dan se refirió entónces a las palabras del apóstol Juan en 1ª Juan 2:19: "Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si hubieran sido de nuestra clase, habrían permanecido con nosotros." Cuando se les preguntó de qué clase de personas mostraba el contexto que Juan hablaba, ellos reconocieron que él estaba hablando de "anticristos." Yo les señalé que lo mismo era cierto de 2ª Juan 7-11, que trata de la asociación con los tales. Les aseguré que nunca tendría compañerismo con anticristos, alguien que se ha revelado contra Dios y Cristo, y repetí que no tenía a ninguno de los tales entre mis conocidos. ¿Seguramente ellos no estaban diciendo que Peter Gregerson era un anticristo? Otra vez, ninguno contestó.
...Para el primero de noviembre la misma maquinaria judicial que había funcinado en Brooklyn, comenzó a funcionar en Gadsden. Llamadas telefónicas, preguntando una cosa tras otra, vinieron de parte de los ancianos. Se me notificó que un comité judicial se reuniría conmigo.
Yo había planeado escribir al Cuerpo Gobernante para presentar mi renuncia como miembro de las corporaciones de la Sociedad. (Yo había sido un miembro votante de las corporaciones de Pennsylvania y Nueva York por varios años.) El 5 de noviembre, además de la información relacionada a la renuncia como miembro de las corporaciones, escribí:
Localmente, algunos ancianos han tomado la información en La Atalaya del 15 de septiembre como autorización para pedir un cambio en relación con el hombre en cuya propiedad vivo y para quien trabajo, Peter Gregerson. Ellos expresan que debido a que él se desasoció, yo debería verlo como entre aquellos con los cuales uno no debe comer -inicuos y anticristos- y que de no conformarse uno a esta posición, se requiere expulsión. Acercándome a los 60, sin tener recursos financieros, no estoy en posición de mudarme o cambiar de empleo. Por lo tanto, apreciaría mucho que me hicieran saber si el intento de sus declaraciones en ese número de la revista es realmente como ellos lo presentan, es decir, que el aceptar yo una invitación a comer con el propietario del sitio donde vivo, que es también mi patrono, sea base para expulsión. Si por otro lado, ellos hubiesen excedido el intento de lo que ustedes publicaron, una llamada de moderación me brindaría alivio de una situación que es potencialmente opresiva. Apreciaré cualquier aclaración que puedan dar, sea directamente o a través de uno de sus departamentos.
...Aproximadamente habían pasado siete semanas desde que escribí por primera vez al Cuerpo Gobernante, pidiéndoles que se expresaran con relación al material de La Atalaya del 15 de septiembre de 1981, informándoles por qué era de suma importancia para mí. Para esta fecha, ya les había escrito en otras dos ocasiones, pidiéndoles que se expresaran al respecto. Ellos no contestaron, ni siquiera acusaron recibo de mis cartas. ¿Parece increíble que los dirigentes de una organización mundial con millones de miembros, una organización que dice ser el ejemplo sobresaliente en adherencia a los principios cristianos, pudiera comportarse de tal manera? No, no si uno está familiarizado con la actitud dominante dentro de su cuerpo administrativo. He sido testigo personalmente de esta práctica de pasar por alto cartas cuando el Cuerpo Gobernante creyó que era en su desventaja suministrar una contestación. Ellos claramente pensaron así en mi caso.
Desde el principio no había tenido dudas de la meta final a la cual iba dirigido todo lo que se estaba haciendo. Me sentía totalmente asqueado por la forma en que se condujo el asunto, lo que solo puedo describir como un modo de obrar de mente estrecha, una obvia determinación a encontrar algo -sin importar lo trivial e insignificante- que pudiera servir como base para traer una acción adversa en mi contra. Así que escribí mi última carta, fechada el 23 de diciembre de 1981, y mandé copias al Cuerpo Gobernante y al cuerpo de ancianos de la congregación Gadsden Este.
 
Cuerpo de ancianos de la congregación Gadsden Este. Gadsten AL
Queridos hermanos:
Por medio de esta carta hago efectivo el retiro de mi apelación de la decisión de expulsarme. Mi razón para hacer esto es la siguiente:
Sobre la base del testimonio de que yo había comido en una ocasión con Peter Gregerson después de la publicación de la Watchtower del 15 de septiembre de 1981, el comité judicial inicial decidió expulsarme. El hecho de que cuarenta años de servicio de tiempo completo pudieran ser descontados por cosa tan insignificante me indica que no hay interés real en tomar en cuenta el sentir de conciencia, lo cual se expresó en mi carta del 8 de diciembre de 1981, ni tampoco interés en mostrarme por las Escrituras en qué consistía mi falta.
Además, la selección de los miembros del comité de apelación, tal y como se hizo por el superintendente de circuito, no brinda base alguna para esperar una audiencia imparcial de mi caso. La selección que se hizo, como lo señalé en mi carta del 20 de diciembre de 1981, constó de los tres posibles miembros menos capaces de manejar mi caso de forma objetiva, libres de la influencia de sentimientos personales. No puedo pensar e nada que justifique la selección que se ha hecho y creo que ésta es una parodia de la justicia.
Parece no haber indicios de que el Cuerpo Gobernante tenga deseos de brindarme alguna ayuda o alivio, ya que mi carta del 5 de noviembre de 1981 lleva siete semanas sin recibir contestación. Mientras que el presidente del comité judicial inicial ha declarado que él llamó al Departamento de Servicio en más de una ocasión, las conversaciones no dan indicación de un gesto en mi favor ya que, de acuerdo al presidente, ellos dijeron que 'nada ha cambiado y que prosigan.'
Finalmente, me he enterado de que se está haciendo un esfuerzo, por teléfono, y hasta por larga distancia, para tratar de encontrar algo para usarse en mi contra, en un esfuerzo por incriminarme. Esto se ha hecho en los últimos días, desde que envié mi carta del 20 de diciembre de 1981 pidiendo un comité de apelación diferente. Aunque la persona entrevistada jamás se ha quejado de mí, se le pidió que tratara de recordar algo que yo hubiera dicho que se pudiera considerar como impropio. Seguramente si yo fuera responsable por causar disturbio en la congregación, uno de verdadero carácter perverso y malicioso, no hubiera habido la necesidad de recurrir a tales métodos para verificar los cargos.
La continuación de tales métodos solo pueden resultar en mayor daño a mi buen nombre y reputación.
Siento como lo expresó el apóstol en Gálatas 6:17: "De aquí en adelante que nadie me esté causando molestias, porque llevo en mi cuerpo las marcas de un esclavo de Jesús." Por las pasadas ocho semanas, mi esposa y yo hemos estado sujetos a gran angustia mental, no solo por las repetidas visitas y las más de doce llamadas telefónicas (al punto de que el mismo sonido del teléfono llegó a ser desagradable), sino más especialmente por la actitud manifestada. A ello se agrega el saber que hay una investigación secreta que se está llevando a cabo claramente en contra de mis justos intereses. Yo sufrí igual trato el año pasado en Nueva York, donde se hicieron esfuerzos similares durante un mes, y ni siquiera una palabra se me dijo para indicarme que mi conducta estaba, de una manera u otra, bajo acusación, esto a pesar del hecho de que les di una oportunidad a aquellos que conducían la investigación de que me lo expresaran. No tengo el menor deseo de sufrir igual maltrato otra vez, particularmente si no hay nada que indique que la verdad del asunto se dará a conocer de una manera que elimine la mancha que se ha producido de modo injustificado. Eso deberá descansar en las manos de Dios.-Mateo 10:26.
El retiro de mi apelación no debe considerarse como admisión de culpa o la aceptación de la decisión de expulsión como si ésta fuera algo propio, justo o basado en las Escrituras. Otra vez, con el apóstol puedo decir: "Pues para mí es asunto de ínfima importancia el que yo sea examinado por ustedes o por un tribunal humano. Porque no estoy consciente de nada contra mí mismo. Sin embargo, no por esto quedo probado justo, sino que el que me examina es Jehová." (1 Corintios 4:3, 4) Mi confianza en su justo juício es implícita y mi confianza en lo recto y verdadero de su Palabra se ha fortalecido por lo que he experimentado. Y mientras tenga vida me dedicaré a hacer conocer a otros la verdad de su Palabra para la bendición de ellos y alabanza de Dios.
En lo que respecta a mis hermanos entre los Testigos de Jehová, puedo decir que la buena voluntad de mi corazón y mi súplica a Dios son para su bienestar. He laborado concienzudamente desde 1938 en el interés personal de ellos, y les aseguro, que si yo viera alguna esperanza de que el someterme a más pruebas resultaría en su beneficio, muy gustosamente las sufriría.- Compare Romanos 9:1-3.
Respetuosamente,
R. V. Franz
No me cabía duda de que quienes dirigían todo el asunto comenzaron a darse cuenta que la "evidencia" que se usó para expulsarme -una comida con Peter Gregerson- bien pudiera parecer algo débil. En vez de tratar de suministrar la evidencia de la Palabra de Dios (demostrando que mi acción era realmente pecaminosas) como yo había solicitado en mi carta de apelación, ellos procuraron edificar un "caso" más sólido buscando testimonio adverso. No vi que bien se podía lograr en seguir sometiéndome a eso.
Ocho días más tarde, recibí una llamada telefónica de Larry Johnson informándome que habían recibido mi carta y que en vista de que yo había retirado la apelación, la decisión de expulsión tomada por el primer comité quedaba vigente.
El hecho de que la llamada viniera ese día me pareció apropiado. Yo había sido bautizado el 1º de enero de 1939, y exactamente cuarenta y tres años más tarde, el 31 de diciembre de 1981, fui expulsado -el único cargo que sirvió como base para tal acción fue el testimonio de que yo había comido en compañía de una persona desasociada.
¿Es que yo creo que tal cosa fue la verdadera razón para la acción que tomaron? No. Creo que fue simplemente un tecnicismo usado como pretexto para alcanzar un objetivo. En sus mentes el fin justificó los medios. El que la organización haga uso de argucias tan insignificantes, en mi parecer denota una norma extraordinariamente baja de conducta y una gran inseguridad.
Basado en mi pasada experiencia con el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, y en la conducta del Comité de la Presidencia durante la primavera de 1980, y además, en el material publicado desde entónces hasta el presente, es mi creencia que se consideró "ventajoso" el que yo fuera expulsado de manera que se quedara eliminado lo que ellos consideraban como una "amenaza." Si es así, esto también revela un gran sentido de inseguridad -particularmente para una organización mundial que declara ser el instrumento escogido por Dios, respaldado por el poder Soberano del universo, y aquel nombrado por el Rey como el supervisor de todos sus asuntos en la Tierra. Esta ciertamente no sería la acción de una organización completamente en paz con sus propias enseñanzas, en calmada confianza de que lo que presenta es la verdad sólidamente basada en la Palabra de Dios. Ni es tampoco la acción de una organización que tiene confianza genuina en el cuerpo de sus adherentes, confiada serenamente en que la instrucción y entrenamiento dados han producido hombres y mujeres cristianos maduros que no necesitan algún "magisterio" maternal para prescribirles lo que han de leer, discutir o pensar, sino que en cambio son capaces ellos mismos de discernir entre error y verdad, mediante su conocimiento de la Palabra de Dios.
 
   
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