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Raymond Franz (paso 70 años como testigo de jehova) (PARTE 1 Y 2)
Raymond Franz
Pasó los primeros sesenta años de su vida entre los Testigos de Jehová, sirviendo en varios países y en todos los niveles de su estructura organizativa. Los últimos nueve años los pasó en el consejo ejecutivo central, el Cuerpo Gobernante. Dicha experiencia le condujo a la crisis de conciencia que constituye el tema de este libro.
 
Para finales de 1979 había llegado a mi encrucijada personal. Había pasado cuarenta años de mi vida como representante de tiempo cabal, sirviendo en todo nivel de la estructura de la organización. Los últimos quince años los pasé en las oficinas internacionales, y de esos, los últimos nueve los pasé como miembro del Cuerpo Gobernante mundial de los Testigos de Jehová.
Fueron esos años finales los que resultaron cruciales para mi. Fue entónces que la ilusión se encontró con la realidad. A partir de allí vine a apreciar lo acertado de una cita que leí recientemente, pronunciada por un hombre de estado, ya fallecido quien dijo:
 
El gran enemigo de la verdad muy a menudo no es la mentira -deliberada, bien tramada y deshonesta- sino que es el mito, persistente, persuasivo e irreal.
 
Ahora comencé a darme cuenta que gran parte de aquello sobre lo cual yo había basado mi vida entera adulta era precisamente eso, un mito -"persistente, persuasivo e irreal." No era que mi parecer en cuanto a la Biblia hubiese cambiado. Si acaso, fue más bien que mi aprecio por ésta se realzó debido a lo que lo que experimenté. Solo ella dió sentido y significado a lo que ví ocurrir, las actitudes que ví desplegadas, los razonamientos que oí presentados, la tensión y presión que sentí. El cambio que sí vino, vino al darme cuenta de que mi manera de ver las Escrituras había sido desde un punto de vista compretamente sectario, una trampa contra la cual yo creí haber estado protegido. Al dejar que las Escrituras hablaran por sí mismas -sin ser primero canalizadas a través de una agencia humana falible como "conducto" -encontré que se hacían inmensamente más significativas. Quedé asombrado de cuánto de su mensaje me había estado privando.
La pregunta era, ¿qué debo hacer ahora? Mis años en el Cuerpo Gobernante, las cosas que oí decir en sesión y fuera de ella, el espíritu desplegado que usualmente ví, poco a poco me hicieron darme cuenta cabal de que, con relación a la organización, el 'odre había envejecido,' había perdido la flexibilidad que en un tiempo tuviera, y estaba endureciendo su resistencia a la corrección de las Escrituras, tanto en cuanto a creencias doctrinales, como en cuanto a su manera de tratar con aquellos que se dirigían a ella en busca de guía. (Compare las palabras de Jesús en Lucas 5:37-39). Sentí y aún siento, que había hombres buenos en el Cuerpo Gobernante. En una llamada de larga distancia una persona que antes era Testigo me dijo, "Hemos sido seguidores de seguidores." Otra me dijo, "Hemos sido víctimas de víctimas." Creo que ambas declaraciones son veraces. Charles Taze Russell siguió los puntos de vista de ciertos hombres de su tiempo, fue víctima de algunos de los mitos que ellos propagaron como "verdad revelada." Cada parte sucesiva del liderato de la organización ha seguido el mismo rumbo, a veces agregando mito adicional en apoyo o en elaboración del original. En lugar de rencor, siento lástima por esos hombres a quienes conozco, porque yo también fui una "víctima de víctimas," un "seguidor de seguidores."
Aunque, particularmente desde 1976 en adelante, cada año en el Cuerpo Gobernante se me hacía más y más difícil, y me encontraba más lleno de tensión, me forjaba la esperanza de que las cosas mejorarían. Con el tiempo me ví obligado a reconocer que era una esperanza que la evidencia no apoyaba.
No es que me opusiera a la autoridad. Más bien me oponía a los extremos a los cuales ésta se llevó. No podía creer que Dios se hubiera propuesto el que hombres ejercieran tal grado de control autoritario y que tal control permeara todo aspecto de las vidas de los miembros compañeros de estos mismos hombres en la congregación cristiana. Mi entendimiento era que Cristo concede autoridad en su congregación sólo para servir, jamás para dominar. (Mateo 20:25-28;23:8-12; 2ª Corintios 4:5; 1ª Pedro 5:3).
De igual manera, yo no objetaba el concepto de "organización" en sí mismo, en el sentido de un arreglo ordenado, porque entendía que la misma congregación cristiana envolvía un arreglo ordenado. (1ª Corintios 12:4-11, 25; 14:40). Pero creía que fuera cual fuera el arreglo, su propósito y función, su mismísima existencia, debería ser solo para servir de ayuda a los hermanos; estaba allí para servir los intereses de ellos y no a la inversa. Cualquiera que fuera el arreglo, la intención debería ser la de edificar hombres y mujeres de manera que no fueran bebés espirituales, dependientes de hombres o de un sistema institucionalizado, sino más bien que fueran capaces de actuar como cristianos maduros completamente desarrollados. No debía ser con la intención de entrenarlos a que fueran conformistas para con un grupo de normas y reglas de organización, sino el ayudarles a que llegaran a ser personas con "sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto." (Hebreos 5:14; 1ª Corintios 8:9; 16:13,14. Fuera cual fuera el arreglo existente, este debería contribuir a un sentimiento genuino de hermandad, con la libertad de expresión y la mutua confianza que la verdadera hermandad trae -no una sociedad compuesta por unos pocos que son los gobernantes y los muchos que son los gobernados. Y finalmente, dentro de cualquier arreglo que fuera, la manera de 'tomar la delantera' allí sería por medio del ejemplo, por medio de adherirse firmemente a la Palabra de Dios, pasando a otros, e inculcando en ellos, las enseñanzas del Maestro en la manera que él las dió, no "ajustándolas" para que encajaran con lo que parece ser el interés de una organización de creación humana, ni por medio de 'hacer que la gente sienta el peso de la autoridad de uno' de la manera que los hombres importantes del mundo lo hacen. (Mateo 20:25). El arreglo debería resultar en la exaltación de Jesucristo como cabeza activa, nunca en exaltación de una estructura de autoridad terrenal y sus oficiales. Así fue que sentí que el papel de Jesucristo como la cabeza activa se había obscurecido, virtualmente eclipsado, por la conducta autoritaria y el continuo autoencomiarse y alabarse de la organización.
Más aún, no negué el valor ni la necesidad de enseñar. Pero no podía aceptar que interpretaciones de la organización, basadas en razonamientos humanos mutables, pudieran ser contadas con igual autoridad a las mismísimas declaraciones de Dios. La gran importancia dada a puntos de vista tradicionales, el manipular la Palabra de Dios para acomodarla a tales puntos de vista, y las inconsistencias -que daban como resultado normas dobles de conducta- eran fuente de serio trastorno emocional para mí. Lo que encontré inaceptable fue el dogmatismo, no el enseñar.
Me esforzé por actuar en armonía con mis convicciones durante los años que serví en el Cuerpo Gobernante. Desde el principio encontré que esto me traía dificultades, animosidad. Al final trajo rechazo, expulsión.
En el otoño de 1979 se me asignó que efectuara una "visita de zona" a algunos países donde el gobierno había proscrito la actividad de los Testigos de Jehová. Sabiendo cuán fácilmente algo pudiera suceder para ocasionar mi detención y encarcelamiento, concluí que era mi obligación el discutir algunas de mis preocupaciones con mi esposa. (En vista de sus problemas de salud previos, que incluían una afección de la sangre que casi causó su muerte en 1969, decidí que era mejor hacer el viaje solo.) Aunque ella no podía dejar de estar consciente de mi carga emocional, yo nunca había discutido con ella las circunstancias que habían producido tal estado, cuáles eran los asuntos que me estaban afectando. No me había sentido en libertad de hacerlo. Ahora sentía que, no sólo era lo apropiado, sino también mi obligación el considerar con ella lo que yo había percibido, particularmente a la luz de las Escrituras. ¿Cómo podía yo permitir que seres humanos me impidieran discutir con mi propia esposa las verdades que yo veía en la Palabra de Dios?
Para ese tiempo concluimos que el curso aconsejable para nosostros era el de terminar nuestra actividad en las oficinas internacionales. Sentíamos que nuestra paz de mente y corazón, como también nuestra salud física, así lo requerían. También abrigábamos la esperanza, aunque tenue, de quizás tener un hijo y habíamos, de hecho, consultado -confidencialmente- con dos médicos al respecto, incluyendo a uno de los doctores del personal de las oficinas internacionales, Dr. Carlton. (Mi esposa es trece años más joven que yo. Reconocimos los riesgos que los médicos nos presentaron, pero estábamos dispuestos a enfrentarlos). Yo tenía cincuenta y siete años y sabía que sería difícil conseguir empleo seglar debido a esto. Pero confiaba que de alguna manera todo resultaría bien.
La decisión no fue fácil. Me sentía desgarrado por dos deseos. Por un lado pensaba que al permanecer en el Cuerpo Gobernante podría hablar a favor de los intereses de otros, a favor de la verdad de las Escrituras, a favor de moderación y ecuanimidad, aunque mi voz se escuchara con irritación o simplemente se ignorara. Presentía que el período de tiempo en el cual yo iba a poder hacer tal cosa estaba rápidamente acortándose, que fuera cual fuera la voz que tuviese en las discusiones en el Cuerpo Gobernante ésta pronto sería acallada, silenciada. El deseo de sentirme libre de la atmósfera de sospecha que se estaba desarrollando, de estar libre de la participación en una estructura de autoridad que yo no podía defender bíblicamente y de las decisiones que no podía moralmente respaldar, pesaba con igual fuerza sobre mí.
Si hubieran sido mis metas la seguridad y el confort, con toda certeza hubiera optado por quedarnos Cynthia y yo donde estábamos, pues allí, como miembros de las oficinas centrales, se atenderían todas nuestras necesidades físicas. Nuestros muchos años de servicio nos permitirían ciertos privilegios como el poder escoger entre los cuartos más deseables periódicamente disponibles en los varios grandes edificios de la Sociedad. Nuestro tiempo de vacaciones aumentaría a unas séis semanas por año y, por ser miembro del Cuerpo Gobernante, siempre sería posible combinar este tiempo con compromisos para discursos que nos permitían visitar lugares en todos los Estados Unidos y Canadá, o combinarlo con visitas de zona que brindaban la oportunidad de viajar alrededor del mundo. (Los miembros del Cuerpo Gobernante pueden regularmente tomar sus vacaciones en lugares sobre los cuales la mayoría de la gente solo puede soñar.) Solamente en 1978, mi esposa y yo efectuamos unos cincuenta viajes en avión, y durante los años habíamos viajado a numerosos países en la América Central, America del Sur, Asia, Europa, Africa y el Medio Oriente.
Si prestigio y prominencia hubieran sido cosas que ambicionaba, razonablemente yo no podía pedir más. Por entónces, de cada invitación a pronunciar discursos que aceptaba, yo rehusaba otros tres o cuatro mensualmente. Al nivel internacional, si estuviera por viajar a París, Atenas, Lisboa, Ciudad de Méjico, Sao Paulo, o cualquier otra ciudad importante, solo sería necesario hacérselo saber a la oficina sucursal y una reunión a la cual miles de Testigos de Jehová asistirían se prepararía. Era cosa común el dirigirme a audiencias de entre cinco a treinta mil personas. En virtualmente cualquier lugar que va un miembro del Cuerpo Gobernante es el invitado de honor entre sus compañeros Testigos. (Todo esto trajo a mi mente las palabras de Jesús de Mateo 23:6).
Con relación al Cuerpo Gobernante mismo, me era bastante evidente que la estima de los compañeros en el Cuerpo se podía afianzar simplemente por expresar a menudo el apoyo total de uno por la organización y, con raras excepciones, por medio de percibir en qué dirección se inclinaba la mayoría de discusiones, y expresarse y votar en tal dirección. No estoy hablando con cinismo. Aquellos pocos en el Cuerpo que en ocasiones se vieron impelidos a expresar sus objeciones de conciencia en cuanto a algunas posiciones, reglas o enseñanzas tradicionales, saben -aunque no lo expresen- que esto es así.
Además de esto, se me había asignado como miembro a lo que podrían considerarse dos de los comités más influyentes del Cuerpo Gobernante, el Comité de Redacción y el Comité de Servicio. El Comité de Redacción tuvo a bien el encargarme la supervisión del desarrollo (no para que yo las escribiera) de un número de publicaciones que eventualmente se distribuyeron en muchos idiomas y en millones de ejemplares
(Estos incluían los libros ¿Es esta vida todo lo que hay? -la escritura misma hecha por Reinhard Lengtat-; La vida sí tiene propósito -por Ed Dunlap-; Cómo lograr felicidad en la vida familiar -escrito principalmente por Colin Quackenbush-; Escogiendo el mejor modo de vivir -por Reinhard Lengtat-; y Comentario sobre la Carta de Santiago -por Ed Dunlap-. Al tiempo de mi renuncia del Cuerpo Gobernante se me había asignado a supervisar el desarrollo de un libro sobre la vida de Cristo, siendo Ed Dunlap el que se había asignado a escribirlo).
La "fórmula," si es que puede llamarse así, para mantener una posición de prominencia en la organización era fácil de discernir. Pero yo no podía en conciencia encontrarla aceptable.
Habría tenido que estar ciego para no darme cuenta que mis expresiones en relación a algunos asuntos -motivadas por lo que yo estaba convencido eran claros principios de las Escrituras- no agradaban a muchos del Cuerpo. Hubo ocasiones en que fui a las sesiones del Cuerpo Gobernante habiendo decidido simplemente no hablar a fin de no ver aumentar la animosidad. Pero cuando surgieron asuntos que podían afectar seriamente la vida de otras personas, encontré que no podía dejar de expresarme. No me hacía a la ilusión de que lo que yo dijera tendría algún peso -de hecho, sabía por experiencia, que con más probabilidad sólo haría mi posición más difícil, más precaria. Pero estimaba que si no me declarara en defensa de los principios que sentía eran cruciales al cristianismo, entónces no había ningún propósito para estar allí, en realidad, no había gran cosa de razón o propósito en la vida.
...La sesión del Cuerpo Gobernante del 14 de noviembre de 1979 fue la precursora de los sucesos traumáticos que habían de sacudir violentamente las oficinas centrales de la Watchtower en la primavera de 1980. Dichos sucesos resultarían en la expulsión de un número de miembros del personal bajo la acusación de 'apostasía,' así como en mi propia renuncia como miembro del Cuerpo Gobernante y del personal de las oficinas centrales.
...Grant Suiter dijo que deseaba mencionar un asunto con relación al cual, según él, había "considerable chismorreo." Dijo que había informes de que algunos miembros del Cuerpo Gobernante y del Departamento de Redacción habían presentado discursos en los cuales se habían hecho comentarios que no estaban en armonía con las enseñanzas de la Sociedad y que esto estaba causando confusión. El también habia oído, según dijo, que dentro de la familia del personal de las oficinas centrales algunos estaban haciendo circular expresiones como, "Cuando muera el rey Saúl entónces las cosas van a cambiar."
Yo nunca había oído a nadie en la familia de las oficinas centrales hacer tal comentario. Grant Suiter no dijo dónde había obtenido tal información o quién era la fuente del "chisme" al cual él hizo referencia, pero sí se expresó con vehemencia, y tanto sus palabras como su expresión facial reflejaban emoción fuerte y acalorada. Y por primera vez surgió el término "apostasía" en una sesión del Cuerpo Gobernante.
...Sin embargo, el mismo sentimiento adverso mostrado en la sesión del 14 de noviembre de 1979, surgió en otra sesión y, como pensé, en esta ocasión la atención específica se dirigió hacia mí mismo. Durante el curso de la sesión Lloyd Barry, quien tenía a cargo la supervisión del trabajo de organizar y publicar cada número de la revista La Atalaya, expresó su fuerte preocupación con relación al hecho de que yo no había puesto mi firma en un número considerable (él mencionó el número exacto) de artículos de La Atalaya que habían circulado en el Comité de Redacción.(Cada artículo indicado para publicación primero circulaba entre los cinco miembros y la firma de los mismos en la parte superior indicaba aprobación.) Aunque no entendía sus razones para traer el asunto ante una sesión completa del Cuerpo en lugar de primero abordarme privadamente o en una reunión del Comité de Redacción, expresé mi reconocimiento de que lo que él decía era cierto. (Yo mismo quedé sorprendido del número exacto de artículos que no había firmado ya que yo no había mantenido cuenta de los mismos; él sí lo había hecho.)
Expliqué que no había puesto mi firma en tales artículos simplemente porque no podía hacerlo a conciencia. Al mismo tiempo no había hecho ningún esfuerzo por impedir la publicación de los mismos (algunos de ellos se habían escrito por el presidente y tenían que ver con la profecía de Jeremías; en éstos se daba mucho énfasis al 'papel profético' desempeñado por la organización y a ciertas fechas, como el 1914 y el 1919), ni tampoco hize esfuerzo por incitar discusión al respecto. La ausencia de mi firma representaba abstención en vez de oposición.
...tenía el fuerte presentimiento de que estaban por surgir problemas. Claro, no tenía manera de saber que en séis meses me hallaría en el mismo centro de una tormenta de intensidad que rozaba el fanatismo, con el Cuerpo Gobernante reaccionando con medidas severas a lo que éste consideraba una "conspiración" de proporciones serias y que atentaba contra el mismo corazón de la organización.
...Cualesquier dudas que yo pudiera tener, en lo relacionado a la base bíblica para las enseñanzas de la organización, las discutía solo con individuos conocidos de mucho tiempo, cada uno de ellos,en el caso de los hombres, un anciano. Hasta el año 1980, no creo que hubiese más de cuatro o cinco personas en toda la tierra, a excepción de mi esposa, que supieran a grado considerable alguno los asuntos que me preocupaban, y ninguno de estos sabía las razones que daban origen a estas preocupaciones.
 
La evidencia señalaba más bien, a la conclusión de que cualquier discusión abierta de estas dificultades se consideraban como de gran peligro a la organización, como deslealtad a sus intereses. La unidad (más bien la uniformidad) era, aparentemente considerada como más importante que la verdad. Preguntas sobre las enseñanzas de la organización podían discutirse en el círculo íntimo del Cuerpo Gobernante, pero en ningún otro lugar. No importa cuán acalorado fuera el debate sobre algún punto, el Cuerpo tenía que mostrar una apariencia de unanimidad para con todos los de afuera, aún cuando esa "apariencia" en realidad disfrazara un desacuerdo serio en algún punto bajo discusión.
No encontré nada en las Escrituras que justificara tal disfraz, pues las mismas Escrituras se recomiendan a sí mismas como veraces por su franqueza, sinceridad y candor, al mostrar las diferencias que existían entre los mismos cristianos del primer siglo, incluyendo apóstoles y ancianos. Más importante aún, no encontré nada en las Escrituras que justificara la restricción de discusiones a tal o cual sociedad cerrada de hombres, cuyas decisiones formuladas en secreto por una mayoría de dos terceras partes tuvieran que aceptarse por todo cristiano como la "verdad revelada." No creía que la verdad tuviera nada que temer de las discusiones abiertas, ninguna razón para esconderse del escrutinio cuidadoso. Cualquier enseñanza que tuviera que ser protegida de tal investigación no merecía ser sostenida.
...El 4 de marzo de 1980 sometí una petición al Comité del Personal del Cuerpo Gobernante para recibir permiso de ausentarnos desde el 14 de marzo hasta el 14 de julio. Mi esposa y yo sentimos que nuestra salud demandaba un cambio prolongado. Durante ese período también esperaba investigar cuáles eran las posibilidades de encontrar empleo y un lugar donde vivir cuando termináramos nuestro servicio en las oficinas principales. Teníamos como $600 en una cuenta de ahorros y un automóvil usado de siete años, como nuestro mayor capital.
Uno de nuestros primeros pasos fue el hacernos un exámen físico completo. El mío indicó que me estaba acercando al nivel de posible riesgo de sufrir problemas cardíacos.
 
Inquisición
 
 
Una inquisición, en sentido religioso, es una investigación interrogatoria de las creencias y convicciones personales abrigadas por las personas.
Históricamente su fin no ha sido el ayudar al individuo o suministrar una base para razonar con él, sino más bien para incriminarlo o declararlo culpable de herejía.
A menudo la causa que inicia la investigación no tiene nada que ver con que el individuo sea disociador, malicioso o que siquiera se exprese mucho respecto a sus ideas. La mera sospecha basta para poner en movimiento la acción inquisidora. El sospechoso se ve, en efecto, como persona sin derechos, hasta sus conversaciones privadas con amigos íntimos se tratan como algo que los inquisidores poseen pleno derecho de hurgar.
...La tortura y el castigo violentos no se permiten por la ley hoy. Pero el manejo autoritario y los métodos arrogantes de interrogatorio pueden practicarse aún con aparente impunidad. Y, aunque no física, la tortura sí existe, efectuada en forma psicológica mediante el presionar y angustiar emocionalmente.
Me viene a la memoria un artículo aparecido en el número del 8 de junio de 1981, página 17, de la revista ¡Despertad! intitulado "Buscando raíces legales." Hacía énfasis en los magníficos precedentes de la ley Mosaica y entre otras cosas decía:
Puesto que en Israel el tribunal local estaba situado en las puertas de la ciudad, ¡eso eliminaba toda duda en cuanto a ser público el juicio!(Deut. 16:18-20). No cabe duda de que el carácter público de los juicios hacía que los jueces obraran con cuidado y justicia, cualidades que a veces desaparecen cuando se celebran audiencias secretas a puerta cerrada.
Este principio fué alabado en la publicación de la Sociedad. En la práctica fue rechazado. Como dijo Jesús, "Ellos dicen una cosa y hacen otra." (Mateo 23:3,VP) Las "audiencias en aposentos secretos" se prefirieron, como la evidencia muestra claramente. Sólo el temor al poder de la verdad impulsa ese tipo de procedimientos. Esos métodos sirven, no a los intereses de la justicia o misericordia, sino a aquellos que buscan la incriminación.
...Finalmente, el 8 de mayo de 1980, oficialmente el Cuerpo Gobernante me informó que mi nombre estaba envuelto. Llegó una llamada telefónica del presidente Albert Schroeder y dijo que el Cuerpo Gobernante quería que yo fuera a Brooklyn para comparecer ante ellos. Esta fue la primera vez que me dieron indicación alguna de que yo estaba de alguna forma bajo escrutinio.
Habían pasado quince días desde nuestra conversación previa en la cual el presidente repetidas veces evadió decirme lo que en realidad estaba sucediendo. Todavía no sabía yo de la existencia de (una) entrevista grabada de dos horas, o de que ésta se había presentado ante el Cuerpo Gobernante en sesión plenaria. Veintitrés días habían pasado desde que se había hecho eso.
En esos veintitrés días el Comité de la Presidencia no solo había dejado escuchar esa grabación al Cuerpo Gobernante, sino también había dejado escuchar porciones de ella que incluían mi nombre y el de Ed Dunlap, a por lo menos a diecisiete personas fuera del Cuerpo (quienes formaban comités investigativos judiciales). Habían expulsado a tres miembros del personal de las oficinas principales y tres personas de afuera, una de ellas un amigo mío de treinta años,...habían buscado cualquier evidencia de naturaleza incriminatoria que se pudiera obtener de miembros de la familia Betel o de otros; hasta se usó la amenaza de expulsión para extraer información de algunos.
Solo después de todo esto fue que el Cuerpo Gobernante por medio del Comité de la Presidencia estimó conveniente informarme que me consideraban implicado de alguna manera en lo que estaba sucediendo...
Raymond Franz (Parte II)
 
Lo que yo sabía lo había conocido por otras fuentes, no por el Cuerpo Gobernante del cual había sido miembro por nueve años. Los miembros de las oficinas principales de Betel a quienes se les interrogó intensamente, y a quienes se puso bajo juicio, me habían telefoneado, expresando su consternación por la actitud falta de bondad e intolerante que se mostró. Expresaron que pensaban que los que dirigían todo el proceso sencillamente estaban dando pasos para llegar a su objetivo verdadero, Edward Dunlap y yo mismo. Pensaban que proseguían con lo que consideraban el curso más estratégico, comenzando con "las personas pequeñas," los menos conocidos y menos prominentes, estableciendo su "culpabilidad", haciendo que pareciera como si la situación fuera de proporciones grandes y peligrosas, y luego, habiendo establecido así un fundamento lo más sólido posible, proceder a tratar con los más conocidos y prominentes...
...Cuando el presidente Schroeder me telefoneó el 8 de mayo, expresé mi sentir de cuán difícil me era comprender por qué, después de haber estado viviendo y trabajado juntos, semana tras semana, por nueve años con los miembros del Cuerpo Gobernante (quince años con algunos de ellos), ni uno solo había demostrado la consideración de comunicarse conmigo sobre lo que estaba sucediendo... Él no respondió.
Para cuando llegué a Brooklyn el 19 de mayo, la presión constante me había llevado al borde de una crisis nerviosa. Parecía haber algo tan irrazonable acerca de lo que estaba sucediendo y los métodos que se emplearon. Algunos lo denominaron una "pesadilla." Otros consideraron que se necesitaba un término más fuerte, a saber, "paranoia." Cristianos inocentes estaban siendo tratados como si fueran enemigos peligrosos...
..."El estar en desacuerdo era ser desleal." Este es el tema que una y otra vez surgía. Parecía haber una seria carencia de la bondad de Jesucristo. Cualquier calor de amistad. Cualquier calor de amistad, y el entendimiento compasivo que le da calor a la amistad, parecía haber sido reemplazado por un trato institucional frío que asumía lo peor, que negaba el beneficio de la duda, y consideraba la longanimidad y la paciencia como debilidad, hostil a los intereses de la organización, a sus metas de uniformidad y conformidad. Era como si una enorme máquina legal se hubiera puesto en marcha y fuera abriéndose paso de una manera falta de sentimiento alguno, procediendo de modo implacable hacia su objetivo final. Hallé difícil creer que esto verdaderamente estuviera sucediendo.
En las oficinas principales, sobre mi escritorio encontré, entre otras cosas, una nota preparada por el Comité de la Presidencia allá el 28 de abril de 1980. La traducción en español era así:
(Al Cuerpo Gobernante) EVIDENCIAS RECIENTES DE ENSEÑANZAS INCORRECTAS QUE SE ESTÁN ESPARCIENDO
A continuación están algunas de las enseñanzas incorrectas que se están esparciendo como si emanaran de Betel. Se ha estado notificando al Cuerpo Gobernante sobre estas enseñanzas por informes del campo desde el 14 de abril en adelante.
1. Que Jehová no tiene una organización en la Tierra hoy día y que su Cuerpo Gobernante no está siendo dirigido por Jehová.
2. Que todos los bautizados desde el tiempo de Cristo (33 d. de J.C.) en adelante hasta el fin deben tener la esperanza celestial. Todos estos deben participar de los emblemas en el Memorial, y no solo los que declaran ser parte del resto ungido.
3. Que no hay un arreglo apropiado de una clase del "esclavo fiel y discreto" formado por los ungidos y su Cuerpo Gobernante para dirigir los asuntos del pueblo de Jehová. En Mat. 24:45 Jesús usó esta expresión solo como una ilustración de la fidelidad de individuos. No se necesitan reglas, solo es necesario seguir la Biblia.
4. Que no hay dos clases hoy día, la clase celestial y la terrestre llamada "otras ovejas" en Juan 10:16.
5. Que el número 144.000 mencionado en Rev. 7:4 y 14:1 es simbóloco y no se ha de tomar literalmente. Los de la "grande muchedumbre" mencionados en Revelación 7:9 también sirven en el cielo como se indica en el versículo 15 donde se dice que esa muchedumbre sirve "día y noche en su templo (naós)" o el K. Int. dice: "en el lugar de habitación divina de Él."
6. Que no estamos viviendo ahora en un período de tiempo especial de los "últimos días," sino que, más bien, los "últimos días" comenzaron hace mil novecientos años el 33 d. de J.C. como indicó Pedro en Hechos 2:17 cuando citó del profeta Joel.
7. Que 1914 no es una fecha establecida. Cristo Jesús no fue entronizado entónces sino que ha estado gobernando en su Reino desde 33 d. de J.C. Que la presencia de Cristo (parousía) no ha acontecido sino que lo será cuando "la señal del hijo del hombre aparezca en el cielo" (Mat. 24:30) en el futuro.
8. Que Abrahán, David y otros hombres fieles de la antiguedad también tendrán vida celestial, basándose ese punto de vista en Heb. 11:16. ------------------------------------------------------------------------------- --------------------------------- Notas: Los puntos bíblicos mencionados arriba se han aceptado por algunos y ahora se están pasando a otros como "nuevos entendimientos." Tales puntos de vista son contrarios a la "estructura" bíblica básica de las creencias cristianas de la Sociedad. (Rom. ":20; 3:2) También son contrarios al modelo de "sanas palabras" que ha llegado a aceptarse bíblicamente por el pueblo de Jehová a través de los años. (2 Tim. 1:13) Tales "cambios" se condenan en Prov. 24:23, 22. Por lo tanto, las enseñanzas antes mencionadas 'son desviaciones de la verdad que están subvirtiendo la fe de algunos.' (2 Tim. 2:18) Habiendo considerado todo, ¿no es esto APOSTASÍA y sujeto a acción para disciplina congregacional? Véase ks, página 56.
Algunos de estos puntos me tomaron por sorpresa, pues nunca los había considerado, y mucho menos discutido con otros. Encontré repulsiva la forma dogmática en que estos puntos se enumeraban. Y pensé que las "Notas" al pie de la página expresaban la cuestión verdadera. Ya que estas notas enfocaban el énfasis repetidamente en la "'estructura' bíblica básica de las creencias cristianas de la Sociedad," el "'modelo de sanas palabras' que ha llegado a aceptarse bíblicamente por el pueblo de Jehová a través de los años."
Esto tenía un sonido familiar, pues era un argumento frecuentemente usado en las reuniones del Cuerpo Gobernante, el argumento de que debe haber una adhesión a las enseñanzas tradicionales de muchos años, como si el número de años que éstas se habían creído necesariamente diera evidencia de lo correcto de las mismas. El énfasis en esas enseñanzas tradicionales, y no en la Palabra de Dios misma, era el meollo del asunto.
...El miércoles, 21 de mayo, la sesión del Cuerpo Gobernante se abrió bajo la presidencia de Albert Schroeder. Primero, él declaró que el Comité de la Presidencia me había preguntado si yo estaba dispuesto a permitir que la discusión con el Cuerpo Gobernante se grabara y que yo había accedido, con la provisión de que se me suministrara una copia de la grabación.
El salón de conferencias del Cuerpo Gobernante contiene una mesa larga ovalada capaz de acomodar como veinte personas. El Cuerpo completo de diecisiete miembros estaba presente. Aparte de Lyman Swingle, quien se sentó a mi izquierda, ningún miembro había conversado conmigo; el día antes, nadie (ni aún el miembro consanguineo mío) me había visitado, ni en mi oficina ni en mi habitación. Si existía en el salón de conferencia algún afecto o cariño, no pude discernirlo. Solo sentí lo que había sentido en el pasado al comparecer para ciertos casos ante tribunales seglares, con la excepción de que en esos casos me sentí con la libertad de hablar y sabía que habían personas allí que podrían servir de testigos de lo allí dicho y de las actitudes expresadas. Esta, en contraste, era una audiencia a puertas cerradas...
El presidente dijo que primeramente el Cuerpo deseaba que me expresara en cuanto a cada uno de los ocho puntos que el Comité de la Presidencia había redactado como evidencia de apostasía (en el memorando de ellos del 28 de abril). Así lo hice, esforzándome por ser moderado en cada caso, no dogmático, sino conciliatorio y además cediendo a aquellos puntos en que el hacerlo no iba contra mi conciencia por constituir hipocresía o falta de honestidad. La forma absolutista en que los puntos se presentaron por el Comité de la Presidencia en el memorando-como si las alternativas fueran, o el aceptar completamente las enseñanzas de la organización en relación con estos puntos, o de otro modo ver los puntos de la misma manera dogmática en que se expresaban en el memorando- sencillamente no encajaba en mi caso. Ninguno de los ocho puntos expresaba lo que yo consideraba como los verdaderos puntos en cuestión. El asunto no era si Dios tenía una "organización" en la Tierra, sino ¿qué clase de organización- una centralizada y altamente estructurada, autoritaria, o sencillamente una congregación de hermanos entre quienes la única autoridad es la autoridad para ayudar, para guiar, para servir, jamás para dominar? Por lo tanto mi respuesta fue que yo creía que Dios tenía una organización en la Tierra en el sentido de que Él tiene una congregación en la Tierra, la congregación cristiana, una hermandad.
El asunto no era si Dios había guiado (o guiaría) a aquellos que formaban este Cuerpo Gobernante, sino, ¿hasta qué punto, bajo qué circunstancias? Yo no tenía dudas, o ponía en tela de juício, el que Dios diera guía a estos hombres si ésta se buscaba sinceramente (yo sentía que algunas de las decisiones tomadas, en particular en los primeros años, habían sido buenas decisiones, decisiones compasivas), pero definitivamente no creía que esto fuera automático; era siempre contingente, condicional a muchos factores. Por lo tanto, mi respuesta incluyó mi creencia de que tal guía es siempre gobernada por el grado al cual haya adherencia a la Palabra de Dios; que eso es lo que determina el grado al cual Dios da su guía o la retira. (Yo creo que eso es cierto para cualquier persona o grupo de personas, sean quienes sean.)
...Expresé mi respeto y mi confianza en las cualidades cristianas de aquellos que conocí personalmente y a quienes se les había representado y tratado como si hubieran actuado por malicia. Les relaté lo que sabía de los treinta años de servicio de René Vázquez, su devoción sincera, su registro intachable en Puerto Rico, España y los Estados Unidos. Expresé mi congoja de que, después de haber vivido y trabajado por tantos años con ellos como miembros compañeros del Cuerpo Gobernante, ni siquiera uno se había sentido llamado a comunicarse conmigo y transmitirme honradamente los hechos respecto a lo que estaba pasando.
...El Comité de la Presidencia, el cual incluía a Karl Klein, estuvo dispuesto a sacar tiempo para reunirse con los acusadores, para oir las acusaciones que se trajeron,...pero ellos no encontraron tiempo para hablar con uno de los acusados siquiera. Se me hace muy difícil ver en esto una expresión de amor, de fraternidad o de compasión.
La mayoría de los del Cuerpo simplemente se sentaron allí sin decir nada, sin preguntar y sin comentar. Después de dos o tres horas (estaba muy afectado emocionalmente para percatarme del paso del tiempo) se me informó que podía excusarme del salón de conferencias y que ellos luego se pondrían en contacto conmigo. Fuí a la oficina y esperé. Llegó el medio día y mirando por la ventana vi a los miembros del Cuerpo Gobernante caminar a través del jardín en dirección al comedor. No me sentí con deseos de comer y me quedé esperando. Para las tres de la tarde me sentía tan agotado que no pude quedarme allí y me fui a mi habitación. Las pasadas semanas, la conversación telefónica con quien ejercía la presidencia del Cuerpo y el choque que sentí al darme cuenta de cuán engañosa había sido esta conversación, la angustia causada por un sinúmero de llamadas telefónicas de aquellos que estaban siendo sujetos a intenso interrogatorio y presión, lo rápido e implacable de las expulsiones que siguieron, y más que nada, el contínuo silencio de parte del Cuerpo Gobernante en informarme de todo lo que pasaba, ahora había tenido como colmo mi experiencia de esa mañana, la frialdad mostrada, y las horas de espera que siguieron, todo resultó en que por la noche me encontré físicamente enfermo.
Esa misma noche nos llegó llamada telefónica del presidente Schroeder pidiéndome que me reuniera con el Cuerpo para una sesión nocturna de más preguntas. Mi esposa contestó el teléfono por mí y le pedí que le informara al Cuerpo que me sentía demasiado mal como para ir y que además ya había dicho todo lo que me interesaba decir. Ellos podían tomar su decisión en base de lo que habían oído.
Más tarde esa noche, Lyman Swingle, quien vivía en una habitación dos pisos más arriba, vino a ver cómo me sentía. Me sentí agradecido por esto y le mencioné la tensión enorme que las pasadas semanas me habían producido. Le dije que la preocupación más profunda no era en cuanto a qué acción el Cuerpo pudiera tomar respecto a mí, sino más bien en que verdades hermosas de la Palabra de Dios habían sido representadas como algo feo e indeseable. Este fue mi sentir entónces, como lo es ahora, que el aspecto más serio de todo lo que sucedió entónces fue la manera en que un grupo de enseñanzas organizacionales se usaran como el parámetro contra el cual evaluar las claras e incontrovertibles declaraciones de la Biblia, y que tales declaraciones (debido a no conformarse con el "modelo" organizacional) se pintaron como enseñanzas torcidas que suministraban evidencia de "apostasía."
Tenía en mente declaraciones a la vez sencillas y hermosas de la Palabra de Dios como:
 
"Uno sólo es su maestro, mientras que todos ustedes son hermanos."
"No están bajo ley sino bajo bondad inmerecida."
"Porque todos los que son conducidos por el espíritu de Dios, estos son hijos de Dios."
"Un cuerpo hay y un espíritu, así como ustedes fueron llamados en la sola esperanza a la cual fueron llamados; un señor, una fe, un bautismo; un Dios y Padre de todos."
"Porque cuantas veces coman este pan y beban esta copa, siguen proclamando la muerte del Señor hasta que él llegue."
"Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús."
"No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos y sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción."
(Mateo 23:8; Romanos 6:14; 8:14; Efesios 4:4-6; 1ª Corintios 11:26; 1ª Timoteo 2:5; Hechos 1:7.)
En contraste, los ocho puntos utilizados por el Comité de la Presidencia como una "Confesión de Fe" por la cual juzgar a las personas no poseían un solo punto en el cual la enseñanza envuelta de la Sociedad pudiera respaldarse por las claras y sencillas declaraciones de las Escrituras. ¿A cuál declaración clara y evidente en las Escrituras pudo señalar cualquiera, sea miembro del Cuerpo Gobernante o quien sea, entónces afirmar, "Mira, aquí la Biblia claramente dice":
 
1. ¿Que Dios tiene una "organización" en la tierra- una del tipo aquí en cuestión- y que usa un Cuerpo Gobernante para dirigirla? ¿Dónde hace la Biblia tales declaraciones?
2. ¿Que la esperanza a vida celestial no está abierta a todos, que se ha reemplazado por una esperanza terrenal (desde 1935) y que las palabras de Cristo en referencia al pan y al vino emblemáticos, "Hagan esto en memoria de mí," no aplican a todas la personas que ponen fe en su sacrificio propiciatorio? ¿Qué textos bíblicos hacen tales declaraciones?
3. ¿Que el "esclavo fiel y discreto" es una "clase" compuesta solo de ciertos cristianos, que no puede aplicar a individuos, y que ésta clase opera por medio de un Cuerpo Gobernante? De nuevo, ¡dónde en la Biblia se hacen tales declaraciones?
4. ¿Que los cristianos se separan en dos clases, con relaciones diferentes para con Dios y Cristo, en base a un destino celestial o terrenal? ¿Dónde se dice eso?
5. ¿Que los 144.000 en Revelación tienen que tomarse como un número literal y que la "grande muchedumbre" no se refiere, ni puede referirse, a personas sirviendo en las cortes celestiales de Dios? Dónde dice la Biblia eso?
6. ¿Que los "últimos días" comenzaron en 1914, y que cuando el apóstol Pedro en Hechos 2:17) habló de los últimos días como aplicando desde el Pentecostés en adelante, él no se refirió a los mismos "últimos días" que Pablo mencionó (en 2ª Timoteo 3:1)? Dónde encontramos eso?
7. ¿Que el año 1914 marcó el año en que Cristo oficialmente se sentó en el trono como Rey sobre toda la Tierra y que tal fecha en el calendario marca el comienzo de su parousía? ¿Dónde??
8. ¿Que cuando la Biblia dice en Hebreos 11:16 que hombres como Abrahán, Isaac y Jacob estaban "haciendo esfuerzos por obtener un lugar mejor, es decir, uno que pertenece al cielo," no existe posibilidad alguna de que esto quiere decir que ellos tendrían vida celestial? ¿En dónde se afirma eso?
Ni siquiera una de las enseñanzas de la Sociedad ahí discutidas puede probarse con una clara y directa referencia bíblica. Cada una de ellas exigiría explicaciones intrincadas, combinaciones complejas de textos y, en algunos casos, lo que podría considerarse como una gimnasia mental, en un intento por dar apoyo a tales ideas. Sin embargo, ¡éstas se usaron para juzgar lo genuino de la calidad cristiana de los individuos, para decidir si personas que habían derramado sus vidas al servicio de Dios eran apóstatas!
La mañana siguiente después de mi audiencia ante el Cuerpo Gobernante, el presidente Schroeder vino a mi cuarto con una grabadora para grabar mi respuesta sobre testimonio adicional presentado por uno de los miembros del personal, Fabio Silva, quien relató lo dicho por René Vázquez un día cuando René lo transportaba desde el aeropuerto. Le dije que no tenía nada que comentar en relación con tal evidencia de oídas.
Pasaron las horas por la mañana. Sentía gran necesidad de salir de aquel lugar y la atmósfera opresiva que lo rodeaba. Cuando calculé que el período del almuerzo había concluído, salí de mi cuarto y ascendí las escaleras y pude hablar en el pasillo con Lyman Swingle que iba desde el ascensor rumbo a su cuarto. Le pregunté que cuánto más me faltaba esperar. Él me dijo que se había tomado una decisión y que se me notificaría esa misma tarde. Sus comentarios me dieron razón para pensar que algunos miembros habían hablado vigorosamente a favor de mi expulsión y, mientras me hablaba, de repente su semblante se tornó sombrío y fatigado y dijo, "No puedo comprender cómo piensan algunos hombres. Luché, oh cuánto luché-"y entónces sus labios se comprimieron, sus hombros temblaron, y comenzó a sollozar abiertamente. Me encontré de momento tratando de consolarlo, asegurándole que realmente no me importaba mucho la decisión de ellos, que sencillamente deseaba que el asunto se terminara. Ya que sus lágrimas continuaban me fui para que él pudiera entrar en su cuarto.
Sé que no hay persona en el Cuerpo Gobernante más dedicada a la organización de los Testigos de Jehová que Lyman Swingle. Siempre sentí afecto y admiración por él por su honestidad y valor. No tengo idea sobre cual será su actitud para conmigo hoy. Quizá sea totalmente lo opuesto. Solo sé, que aunque no hubiera otra razón, siempre guardaré afecto por él y por el sentir sincero que expresó ese día en el pasillo. En su tristeza yo encontré fortaleza.
(En los meses siguientes, Lyman Swingle, aunque continuó siendo miembro del Cuerpo Gobernante, fue removido de su posición de coordinador del Comité de Redacción y del Departamento de Redacción, siendo reemplazado por Lloyd Barry).
Esa tarde el presidente Schroeder me trajo la decisión del Cuerpo Gobernante. Evidentemente los que buscaban una expulsión no lograron una mayoría de dos terceras partes, porque él sencillamente me informó que se me estaba pidiendo que renunciara al Cuerpo, así como también como miembro del personal de las oficinas centrales. El Cuerpo ofreció alistarme a mí (y a mi esposa) en lo que se conoce como la lista de "precursores especiales enfermizos" (un arreglo ofrecido frecuentemente a superintendentes de circuito y distrito que tienen que descontinuar su trabajo ambulante debido a vejez o mala salud). Los que están en dicha lista rinden informe mensual a la Sociedad y reciben ayuda económica también mensualmente, pero no se les requiere que cumplan con una "cuota" fija de horas en el trabajo de predicación. Le informé que a ninguno de los dos nos gustaría estar bajo algún arreglo que impusiera una obligación, aunque se tratara de un mero formalismo. Él entónces hizo algunos comentarios sobre "que maravilla de trabajo" había sido el libro Ayuda para entender la Biblia. Luego se fue.
Escribí mi renuncia tal como sigue:
28 de mayo de 1980
Cuerpo Gobernante &
 
   
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